Atrovent 289

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Mientras tratamos de seguir a Cristo más de cerca, Carmelitas encontrar la inspiración en el profeta del Antiguo Testamento, Elías, y en la Virgen María. Memoria de los Elías se mantuvo viva en especial en el Monte Carmelo, donde desafió a las personas a dejar de cojear primero en un pie y luego en el otro, pero para elegir quién es Dios en Israel - Jehová o Baal. Según la historia, que se puede encontrar en el Primer Libro de los Reyes. capítulo 18, los Elías sacrificio fue consumido por el fuego del cielo que demostró al pueblo que Yahvé era el verdadero Dios. Elías en la presencia del Señor en el monte Horeb Elías se puso a disposición para el trabajo de Dios y fue enviado en varias situaciones para anunciar la palabra de Dios. Elías emprendió un largo viaje a través del desierto, donde comenzó a la desesperación. Se sentó bajo un arbusto y deseó estar muerto, pero Dios no permitiría que muriera y lo empujó para continuar su viaje al Monte Horeb. Cuando llegó allí, Dios se hizo presente para Elías. Dios vino no con los síntomas habituales en el Antiguo Testamento de incendio, terremoto y el viento poderoso, pero en el sonido de una brisa suave. Elías fue enviado de vuelta a su pueblo para llevar a cabo la voluntad de Dios. De Elías, Carmelitas aprender a escuchar la voz de Dios en el inesperado y en silencio. Buscamos para permitir que la Palabra de Dios para dar forma a nuestras mentes y nuestros corazones para que nuestro modo de vida y las cosas que hacemos pueden ser profética y, por tanto, fiel a la memoria de nuestro padre Elías. La Santísima Virgen María los primeros ermitaños del Monte Carmelo construyeron una iglesia en el centro de sus células. Este era el centro de sus vidas donde convergen todos los días para celebrar la misa juntos. Esta pequeña iglesia se llama así en honor de la Virgen. Por este hecho, el primer grupo de carmelitas la tomó como su patrona, prometiéndole su servicio fiel y esperando su protección y favor. Estaban orgullosos de llevar el título de Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo y defendieron este título con vigor cuando fue cuestionado su derecho a la misma. María siempre listo para llevar a cabo la voluntad de Dios, María accedió a la voluntad de Dios cuando se le preguntó a ser la madre del Salvador. Ella reflexionó sobre los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en el trabajo. María no llegó a ser orgullosos de su vocación única, sino que alabó a Dios por que mira en su pequeñez y haciendo grandes cosas en ella. Ella estaba con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Caná, ella le hizo conocer la simple necesidad, no tienen vino. Ella estaba con él cuando murió y allí se convirtió en la madre de todos los creyentes. Al comienzo de los Hechos de los Apóstoles encontramos a María se reunieron en el aposento alto que ruega con los otros discípulos en espera de la efusión del Espíritu Santo. Para nosotros los Carmelitas, María es una presencia constante en nuestras vidas, que nos guía y nos protege a medida que tratamos de seguir a Cristo. El escapulario marrón ha sido durante muchos siglos resumir la relación Carmelitas con la Virgen. El escapulario es un trozo de tela sobre la base de la tradicional atuendo Carmelitas. El escapulario es un signo de consagración a María, la Madre de Dios, y es un símbolo que muestra que la persona está ejerciendo sobre las virtudes de María y está protegida por ella. María simboliza para la carmelita todo lo que esperamos - para entrar en una relación íntima con Cristo, siendo totalmente abierto a la voluntad de Dios y de haber transformado nuestras vidas por la Palabra de Dios. Carmelitas siempre han pensado en María como Patrona de la Orden. Buscamos vivir en intimidad espiritual con ella para que podamos aprender de ella cómo vivir como hijos de Dios. Elías y María son figuras de inspiración para todos los carmelitas. Ellos juegan un papel muy importante en la vida y espiritualidad de la Orden que se considera como perteneciente a María y mira a Elías como nuestro padre espiritual.